Indignante

Esparcida.

Me vi con la mente infectada, ensimismada, acelerada en el pensamiento,

me ví recubierta, absurda, fuerte e indefensa.

Lloré por dentro a la vez que reía a través de la compasión y la empatía.

Vino un visitante incoloro y etéreo, conteniente de calor y malestar.

Asfixia.

Casi todo se paralizó; la incompetencia y la desvergüenza se concentró.

Comenzó a oler a muerte, comenzó a vivirse y morirse en soledad, comenzó a vivirse desfachatez

¿La vida en sus manos?, la vida en las manos.

Se paraliza la vida, nos paralizan la vida,

sin derecho a despedida...

Aguardaré la rabia hasta el momento justo.

Aprendamos de esto.

(Contribuído por Nieves Florido)